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Buenas Prácticas de Manufactura (BPM): Pilar de la calidad y seguridad alimentaria en la industria

Las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) son un conjunto integral de normas y directrices de higiene que rigen la producción de alimentos, medicamentos y cosméticos. Su objetivo principal es garantizar la calidad, seguridad y eficacia de estos productos, minimizando los riesgos asociados con su fabricación.

Marco normativo y aplicación

En Colombia, el Decreto 3075 de 1997, en cumplimiento de la Ley 09 de 1979, establece las BPM como principios fundamentales para la industria alimentaria. Este decreto abarca todas las etapas, desde la obtención de materias primas hasta la distribución y comercialización, con un enfoque en la prevención de riesgos para la salud pública. En el contexto internacional, las BPM se alinean con las normas del Codex Alimentarius, un referente global para la seguridad alimentaria.

Impacto en la industria láctea

La industria láctea, dada la naturaleza perecedera de sus productos, se beneficia significativamente de la implementación de las BPM. Estas prácticas contribuyen a la producción de leche y derivados lácteos inocuos y de alta calidad, reduciendo el riesgo de contaminación microbiológica, química y física. Estudios en América del Sur han demostrado que la adopción de las BPM mejora la calidad de la leche cruda, reduce las pérdidas por deterioro y aumenta la confianza del consumidor.

Componentes clave de las BPM

Las BPM abarcan una amplia gama de aspectos, incluyendo:

Beneficios de las BPM

La implementación de las BPM no solo es un requisito legal, sino que también ofrece ventajas competitivas. Algunas de ellas incluyen:

Desafíos y perspectivas futuras

A pesar de los beneficios, la implementación de las BPM puede presentar desafíos, especialmente para las pequeñas y medianas empresas (PYMES). La inversión inicial en infraestructura y capacitación puede ser considerable. Sin embargo, los beneficios a largo plazo superan con creces los costos iniciales.

En conclusión, las BPM son un pilar fundamental para la industria, garantizando la producción de alimentos seguros y de calidad. Su adopción no solo es una obligación legal, sino una estrategia inteligente para mejorar la competitividad y sostenibilidad de las empresas.

 

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